Cuidemos nuestro planeta

Pequeñas acciones que significan mucho, por eso cuidemos nuestro planeta que hay uno solo… Te dejamos una lista de cosas que puedes hacer para cuidar el Planeta.

Otras lamparitas. Freno al alto consumo
Cambie las lamparitas incandescentes por otras de LED o bajo consumo. Son más caras, pero duran hasta diez veces más, y gastan entre cuatro y cinco veces menos. Éste era el primer consejo de la campaña de promoción de la película Una verdad incómoda, de Al Gore. Según el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) una bombilla normal consume 75 vatios, mientras que una lámpara fluorescente compactas gasta 20 vatios. Esto se consigue en Argentina a un precio entre 10 y 15 pesos. Los expertos opinan que debemos esforzarnos en disminuir el consumo de energía para frenar el cambio climático, que provocará en este siglo un aumento de las temperaturas medias de dos a cuatro grados, una subida de las aguas de los mares de 28 a 43 centímetros y la extinción del 20% de las especies.

Demasiada basura. ¿Y reducir y reutilizar?.
Las bolsas de basura de nuestras casas no paran de engordar. Otro síntoma más de la sociedad de consumo. Por ejemplo en Costa Rica se tiran 11 mil toneladas de basura y solo aprovecha el 20 por ciento para reciclaje, según datos del Ministerio de Salud de este país . Y si tomamos en cuenta la triple regla de oro para gestionar bien los residuos: reducir, reutilizar y reciclar, nos damos cuenta que todavía nos falta mucho por hacer, especialmente con respecto a las dos primeras medidas. Por ejemplo, se ha preguntado ¿cuántos envases y envoltorios de lo que se generan en su casa, vuelven a ser utilizados? Por eso, los expertos recomiendan reducir el consumo de productos con exceso de embalaje.

El sol en casa. Otro tipo de energía.
Las energías renovables se están implantando rápidamente en muchas partes del mundo. Por ejemplo, en España, las nuevas normas de edificación, indican que toda vivienda de nueva construcción debe incorporar unas superficies mínimas de colectores solares.
En Costa Rica aparte de los paneles solares que se emplean en algunos pocos lugares, hay nuevas tecnologías, como las plantas colectoras de luz solar con tubos al vacío para calentar el agua de uso doméstico. Carlos Herrera, de la empresa Solray, explicó que el consumo de un calentador de agua puede abarcar hasta el 90% de su cuenta de electricidad; en cambio los colectores solares no necesitan más que la radiación solar para funcionar.

Un abrigo y un toldo. Controle la temperatura.
Antes de subir la temperatura o recurrir al aire acondicionado, probemos otras opciones que no requieran energía, como ponerse un abrigo en invierno. Echemos mano también de toldos, persianas y ventiladores en época de calor. Si al final no son suficientes estas medidas, al menos habremos reducido las necesidades de calor o frío de la situación inicial. Recuerde, además, que las mejoras en el aislamiento de la vivienda permiten obtener ahorros energéticos y económicos de hasta un 30% .

Desechos tecnológicos ¿Dónde terminará la Computadora?
Cuidado con la basura tecnológica; los aparatos electrónicos contienen sustancias peligrosas. Una batería de cadmio del celular puede contaminar 600.000 litros de agua. No tire estos residuos a la basura. Y piense dos veces antes de cambiar de aparato. Para fabricar una computadora se han necesitado 240 kilos de combustibles fósiles, 22 kilos de productos químicos y 1.500 litros de agua.

Grifos en buen estado. Desperdicio gota a gota.
Ojo con el agua. Revise todos los grifos de la casa. Que no goteen. Una forma de reducir el consumo es colocar difusores de caudal.

Vigile las facturas. Baje el gasto.
Compruebe cada mes las facturas de agua y electricidad para llevar el control del consumo. Es más, propóngase bajarlo. Márquese un reto, un objetivo. Si lo logra, será una doble satisfacción.

Al mercadillo. Muebles no tan nuevos.
Compremos muebles duraderos. Esto no quiere decir que tengan que ser nuevos, también podemos reciclar alguno o acudir a tiendas de segunda mano.

Gota a gota. Un jardín diferente.
Si tiene jardín, instale riego por goteo o utilice una regadera manual. Y cuide mucho el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos.

Cuentas sin papel. Todo al e-mail.
Si es posible, pidamos que las facturas y recibos mensuales lleguen a nuestro correo electrónico en lugar de al buzón de cartas de casa. Así después habrá menos papel que tirar.

Conducir menos y caminar más.
La regla clave para hacer más habitable nuestro entorno urbano: conducir menos. El transporte público consume seis veces menos energía que el privado por cada viajero y, demás, su contaminación, créalo o no, es menor. Por ejemplo en España comprobaron que uno de cada diez viajes que se realizan en auto en la ciudad es para moverse menos de 500 metros, una distancia que prácticamente todos podemos cubrir saludablemente caminando. Si fuéramos a pie en todos los desplazamientos de menos de dos kilómetros, podríamos ahorrar miles de litros de combustible al año.

Autos ecológicos . Modelos ahorrativos y menos velocidad.
Si nuestra única opción es el automóvil, busquemos uno que consuma lo menos posible. Pensemos en las opciones de modelos híbridos o en optar por combustibles más limpios, por ejemplo pasando el auto a gas, tenemos vehículos mucho menos contaminantes.
También le conviene saber que los vehículos más grandes gastan más combustible que los pequeños. Y buena parte de su consumo dependerá también de la persona que esté al volante. Una conducción eficiente puede reducir el gasto de combustible y la emisión de CO2 un 15%. Primera regla: una velocidad moderada y constante.

Ciudades unidas. Con mejore relaciones entre vecinos.
Si está buscando casa para alquilar o comprar, baraje seriamente la posibilidad de vivir en el núcleo de la ciudad, preferentemente en un edificio antiguo rehabilitado.
Que no muera ese modelo de ciudad compacto, tan humano, y lo cambiemos por el de urbe extendida, desperdigada, una sucesión de urbanizaciones en las que resulta difícil establecer relaciones entre vecinos y que nos obligan a depender del vehículo privado.

Más zonas verdes. Tienen función psicológica.
Reclamemos zonas verdes, pequeños pulmones para nuestra ciudad. Cumplen una importante función psicológica. Está probado que en barrios con zonas de esparcimiento verde, los niveles de conflictividad, estrés y depresión de sus vecinos disminuyen. Son una válvula de descongestión. En vez del uso de césped a diestro y siniestro, pidamos plantas autóctonas, que requieren menos riego y más imaginación.

Menos ruidosos. Silencio… ¡por favor!
Un poco de silencio, por favor. Cuidar el medio ambiente no es sólo por la salud del planeta, sino también por la nuestra: por eso debemos evitar que nuestro comportamiento en la ciudad sea muy ruidoso. El ruido permitido en zonas residenciales es de 65 decibeles, el mismo esta establecido por la OMS como aceptable.

Ocio sin consumo. Aproveche sus ratos libres.
Elija un ocio menos consumista. No deje que la obsesión por comprar lo condicione y se convierta en el protagonista de su tiempo libre.

Más bicicletas. Pedalear no contamina.
Muévase en bicicleta, si la orografía, clima y tráfico de su ciudad lo permiten. Y si ve que no es seguro desplazarse sobre dos ruedas, exija a su ayuntamiento bici-senda

Escapes. Que no corra el agua.
Avise al a la secretaria de obras públicas de su municipalidad en cuanto detecte algún escape de agua en la red de distribución.

El brillo de las estrellas. Mejor luz en las calles.
Pida a su Municipalidad que la iluminación de las calles sea eficiente y de bajo consumo, que no despilfarre luz hacia el cielo, que, además, contamina las estrellas.

Más participativos. Conciencia al votar.
El 60% de la población mundial viven en ciudades. El ritmo de concentración urbana continúa creciendo aceleradamente. No adopte una actitud pasiva. Movilícese. La ciudad la hacemos entre todos. Participe en movimientos y plataformas vecinales, y tenga en cuenta los compromisos ambientales de verdad cuando vote.

La bolsa o la vida. Lleve la suya de compras.
Cuando vayamos de compras, no olvidemos llevar nuestra propia bolsa, cesta o carrito. Las bolsas plásticas suponen un costo ambiental demasiado elevado pues pueden tardar cientos de años en descomponerse. Reciclar una tonelada de este material significa ahorrar 1,25 barriles de petróleo.

Apueste por lo biológico. Alimentos al natural.
Apúntese a los alimentos ecológicos: provienen de una agricultura y una ganadería extensivas que no usan productos químicos sintéticos para aumentar su rendimiento o para luchar contra las plagas.

El vidrio se recicla bien. Después está el plástico.
¿Vidrio, tetrabrik, plástico o lata de aluminio? ¿Cuál escoger cuando un mismo producto se puede encontrar en diferentes envases? “Lo mejor es el cristal”, opina Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, quien asegura que no sale de compras sin su canasta o su bolsa de tela. ¿Y después del vidrio? Según dice, el plástico que no sea PVC y la lata resultan más fáciles de reciclar que el tetrabrik. “De todas formas, ante la duda, yo elijo el que ofrezca menos envase por más contenido”.

Un respeto a los peces.
No arrojemos elementos contaminantes a ríos o mares que causen la muerte de los seres vivos que habitan en ellos.

Menos carnívoros. Solo tres raciones por semana.
Para producir un kilo de trigo se necesitan unos 1.000 litros de agua, y para un kilo de arroz, 1.400 litros, según el Consejo Mundial del Agua. En cambio, para un kilo de res se requieren 13.000 litros.
Reduzcamos su consumo. No hace falta comer tanta; con dos o tres raciones semanales es suficiente. Con la comida, pensemos ante todo en la salud. También suele ser lo más ecológico. Hagamos caso a los expertos en nutrición y sigamos una dieta equilibrada con muchas frutas y verduras.

Cercanías. Decídase por lo local.
Compre productos locales, ya que para llegar hasta el mostrador habrán requerido menores desplazamientos y, por tanto, menos gasto energético.

Agua de la canilla. ¿Necesita la embotellada?
Piense bien si merece la pena comprar agua embotellada cuando se puede beber la del de la canilla . La botella incrementa el gasto en energía y crea un futuro residuo.

Sin bandeja. Compre alimentos naturales.
Compre alimentos naturales a granel siempre que sea posible. Así reducirá envoltorios y ganará calidad. Evite llevarse a casa esas bandejas blancas de estereofón cada vez más habituales en el súper.

Alerta: transgénicos. Enemigo de los ecologistas.
Uno de los enemigos número uno de los ecologistas son los transgénicos. Recomiendan no consumirlos porque, dicen, todavía faltan pruebas que demuestren su inocuidad para la salud y el medio ambiente. Su presencia debe ir notificada en la etiqueta del producto.

Las despensas. No vaya lejos en carro.
Evitemos ir en auto a un establecimiento lejano si podemos realizar la compra caminando sin salir del barrio. Apoye a los pequeños comercios, esas despensas con tanta tradición.

Más sobriedad. Apueste por lo simple.
Apueste por la vida simple, consuma menos, piense más. El economista alemán Ernst Friedrich Schumacher terminó sus días como agricultor y escribió el libro-filosofía. Lo pequeño es bello. Toda una filosofía de vida. Según el Informe Europeo sobre Adicción al Consumo, el 15% de la población es adicta al consumo y un 46% de la juventud compra en exceso. Pensemos un poco: los países desarrollados (un 20% de la población) emplean el 80% de los recursos naturales. Si todos los habitantes del planeta consumieran a ese ritmo, la Tierra quedaría agotada en poco tiempo. Antes de comprar una nueva prenda, un nuevo aparato, piense si realmente es necesario. Detrás de cada objeto, por simple que sea, hay un consumo de energía, una generación de residuos, un gasto de agua.

Piense en lo que tira. Antes de comprar, reutilice.
El escritor mexicano y premio Nobel Octavio Paz se mostraba muy crítico: “Después de haber caído en la idolatría de los sistemas ideológicos, el siglo XX ha terminado en la adoración de las cosas”. Antes de comprar, reutilice. Un poco de imaginación y podemos ahorrarle muchos disgustos a la Tierra (y al bolsillo). Un cartón de huevos puede reciclarse como un juguete para los niños; una botella bonita de vidrio, como un pequeño jarrón; los calcetines se pueden convertir en muñecos; con restos de telas se pueden hacer colchas o mantas para el sofá. Hay cientos de ideas. Y no queda feo; todo lo contrario, le da un punto original a nuestra casa, una decoración comprometida con el planeta.

Límites a la ‘fast-fashion’. Una segunda oportunidad.
Somos muy críticos con la fast-food; pues lo mismo debemos hacer con la fast-fashion (moda rápida), prendas de usar y tirar que apenas duran una temporada. Eso, desde el punto de vista ecológico, resulta una aberración. Déles una segunda oportunidad a las cosas. Acuda a tiendas donde se vende ropa de segunda mano.
Ayude a que todos estos objetos tengan una nueva vida frente al impulso despilfarrador de acortar cada vez más su vida con lemas como “está pasado de moda” o “redecora tu vida”.

Más madera sostenible. Una mano a la selva virgen.
La madera es un producto muy ecológico, pero cuando lleva el nombre exótico de alguna especie tropical puede haber salido de la deforestación de las últimas selvas vírgenes del planeta. Para estar seguros de que el producto que queremos comprar procede de una explotación sostenible, lo mejor es pedir madera certificada por el consejo de manejo forestal (Forest Stewardship Council). Si exigimos este distintivo en todos los comercios, ayudaremos a que se vaya generalizando.

Comercio justo. Piense de dónde viene lo que compra.
Cuando compra algo, ¿piensa de dónde viene? Granito de arena a granito de arena, pequeña decisión a pequeña decisión, el consumidor puede influir mucho en lo que se produce y cómo se produce. Hemos de tomar conciencia de que nuestras acciones, por insignificantes que nos parezcan, tienen consecuencias ambientales, sociales y económicas. Una recomendación: acudir a las tiendas de comercio justo que han abierto diversas ONG.

Papel reciclado. Escribir una vez más.
En las librerías, compre productos (carpetas, libretas, cuadernos, sobres, folios) elaborados con papel reciclado y sin blanquear con cloro.

Bancos con iniciativa. Aportar al ambiente.
A la hora de ahorrar, acuda a aquellos bancos que sepa que invierten una parte de sus beneficios en promover iniciativas sociales y ambientales.

La dignidad del trabajo. No al irrespeto.
Ayude a mantener lo hecho con calidad y dignidad. Evite comprar artículos cuyo origen son producciones industriales masivas, en fábricas de países donde no tenga claro que respetan a los trabajadores.

Juguetes y tiempo. Use la imaginación.
No sature a los niños regalándoles juguetes que no van a apreciar. Valoran más otras cosas: que los mayores les dediquen más tiempo o les enseñen a fabricarse sus propios entretenimientos usando la imaginación.

Infórmese. Sea un consumidor responsable.
Lea prensa, siga la actualidad, interésese por el mundo. Un consumidor informado es un consumidor responsable. Así sabrá qué empresas son más insostenibles.

Un habitante, una semilla. Siembre un árbol.
En el siglo XX, los 5.000 millones de hectáreas cubiertas de bosques se redujeron a menos de 4.000 millones, según el Banco Mundial. Plante un árbol. Y mejor de una especie autóctona. Aparte de la satisfacción de ayudar a su crecimiento y mejorar el paisaje de este país, hay un dato fundamental para frenar el cambio climático: por término medio, un solo árbol absorbe una tonelada de dióxido de carbono a lo largo de su vida.

Cuidado con el fuego. No provoque un incendio forestal.
Muy importante: evitar los incendios forestales. En la mayoría de los fuegos influye –por intención o negligencia– la mano humana. No encienda fuego en el campo, ni para quemar rastrojos ni pastos, ni para barbacoas o fogatas. En la época de alto riesgo, meses de verano, mejor no hacerlo –incluso en los sitios habilitados para ello–. No arroje al suelo fósforos ni colillas, ni ningún objeto encendido, tampoco papeles, plásticos, vidrios o cualquier otro residuo susceptible de entrar en combustión y originar un fuego.

Sin motores. Tranquilidad en el campo.
Por las zonas rurales y los parajes naturales intente usar lo menos posible los vehículos de motor, que rompen la calma que tanto nos gusta, ahuyentan a los animales, trastornan la tranquilidad de los habitantes de los pueblos y, en los caminos forestales, erosionan gravemente el suelo. Circular con un “todoterreno” es más caro y depredador que aventurero. Infinitamente mejor es ir en bici, a caballo, en burro o caminando.

Mejor rehabilitar. En el campo, opte por lo ya construido.
Si busca una casa en el campo, es mejor que elija la rehabilitación de una antigua edificación de pueblo que las nuevas construcciones de urbanizaciones. Es posible que sea más engorroso y quizá hasta más caro, pero la opción de la casa típica tiene más encanto, al final la haremos más nuestra, y evitaremos los desarrollos urbanísticos indefinidos que tanto agreden el paisaje. Esto mismo se puede aplicar a las costas. Es mejor optar por lo ya construido que invadir más zonas naturales.

Denuncie. A quienes maltratan el ambiente.
Denuncie en la secretaria de medio ambiente (http://www.ambiente.org.ar en la ciudad de Buenos Aires) los atentados que contemple contra el medio natural; desde alguna instalación que está contaminando un río o un arroyo hasta la quema de desechos o neumáticos, vertederos incontrolados, o el uso de venenos y alambradas ilegales. Denuncie también todos aquellos proyectos urbanísticos ilegales que maltratan el paisaje natural.

Menos exploradores. Respete las normas.
Cuando visite montañas o parques naturales, respete las normas de cada espacio en todo lo relativo a zonas de acampada y de escalada. Muévase por estos espacios sin salirse de las rutas habilitadas.

De pueblo en pueblo. Apoye el turismo rural.
El turismo rural es una magnífica manera de contribuir a las modestas economías de la gente que vive en el campo y de ayudar a fijar población en los pequeños pueblos.

El ‘souvenir’. Tome fotografías.
Una forma maravillosa de contactar con la naturaleza y encariñarse con ella es fotografiarla. Una afición entretenida y mucho menos impactante que meter ruido con un vehículo.

Toallas ‘razonables’. Al cesto (en hoteles) solo las sucias.
Acoja la sugerencia de algunos hoteles (incluso en los que no se lo piden) y sea razonable al momento de colocar los paños o sábanas en el cesto de ropa para lavar. Si no las lavamos a diario en casa, ¿por qué sí en los paseos?

El lenguaje natural. Aprender sobre la vida.
El mundo natural es un libro maravilloso que hay que saber leer. Podemos dotarnos de guías que nos enseñen los nombres de aves, árboles, plantas, insectos, fenómenos geológicos.

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